Malo, malo, malo. Vaya eso por delante. Es uno de los pocos libros que he terminado por no dejar a medias, y sólo porque era cortito, que si no…
El libro nos cuenta la ejecución del secuestro del presidente de los Estados Unidos por parte de unos bandidos. Los malos logran infiltrarse en el séquito presidencial mientras se desplazan en autobus celebrando una conferencia móvil con unos jeques del petróleo que están de visita en los USA viendo posibles instalaciones para implantar estaciones de depurado de crudo. En el momento que la caravana presidencial pasa por San Francisco, los malvados consiguen bloquear al autobus en el puente y secuestar a todo el personal; el presidente, los jeques, varios ministros, un general, agentes del FBI y una treintena de periodistas. Piden un rescate multimillonario a cambio de no hacer una escabechina y volar el puente. El libro transcurrirá en las 24 horas en las que se llevan a cabo las negociaciones.
El libro es absurdo de principio a fin. Desde la planificación del secuestro, intentan pasar como super-profesional e hiper-calculado, pero que todo sale por un cúmulo de casualidades imposibles, pasando por las negociaciones y el comportamiento de todas las partes interesadas, hasta el final de la historia y su estrambótica conclusión.
Las situaciones son, cuando menos, increibles. En la vida real estos tipos no se hubieran acercado a dos kilómetros del AutoBus-One sin recibir un balazo del Servicio Secreto, y en la novela, campan por allí a sus anchas.
Hay tres autobuses blindados en la caravana. El primero con periodistas, el segundo con el presi, los jeques y funsionarios del gobierno, SIN PROTECCIÓN DE NINGÚN TIPO, y el ultimo con 50 agentes del FBI todos juntitos. Los malos se meten en el hangar tranquilamente y rocian con una aerosol a los 50 polis, y los dejan allí tranquilamente sin que nadie se percate de ello mientras ellos cogen otro autobus igual y se ponen detras del presi. ¡Venga ya, hombre!.
A lo largo del libro, varias personas son drogadas con somniferos y llevadas a otro sitio, como un guardia que estaba haciendo su ronda, y despierta sentado en unas escaleras, Y NADIE SOSPECHA NADA. Todos piensan, ¡vaya, me habré dormido!. ¡Por Dios!.
Hay un infiltrado del FBI entre los periodistas que se comunica con la policía, y entre todas las absurdas y rocambolescas acciones que realiza se ecuentra la de solicitar UN SUBMARINO que se ponga debajo del puente PARA BAJARLE MENSAJITOS CON UN CORDEL Y UN TUBO DE PLASTICO. Pero hombre, si el hecho no fuera ya de por si absurdo, ¿por que no usas la radio que tienes por la que pediste el submarino para pasar tus mensajitos?.
Todo esto aderezado con personajes completamente planos, situaciones absurdamente increibles, motivos poco explicados, superhombres en ambos bandos, de los que hacen llaves de spock continuamente y embelesan a las mujeres llamándolas «muñeca»… Un cúmulo de despropósitos.
En fin, una tomadura de pelo de libro, no apto ni para muy adictos al género.