Alejandra Varela, mas conocida entre su gente como Lex, es una experta en arte moderno que trabaja principalmente para editoriales como buscadora de autores y de libros interesantes, lo que en la jerga editorial se denomina “scout”. A sus treinta y cuatro años de edad y diez de profesión, ha conseguido hacerse con un nombre y una fama dentro de este mundillo.
Un día Lex recibirá una oferta muy sustanciosa de un renombrado empresario del mundo editorial. Consiste en localizar a “Sniper”, un experto graffitero, una leyenda dentro del arte urbano reverenciado por sus numerosos seguidores repartidos por todo el mundo, pero del que no se conoce ni su verdadera identidad ni su paradero. La idea es hacer dinero con él convirtiéndole en un artista comercial, algo que Sniper rechaza sistemáticamente y que va en contra de todos sus principios. Por tanto, Lex tiene una doble misión: primero localizarle y después convencerle, algo que ha priori parece imposible. Todo un reto para ella, o al menos eso es lo que parece.
Además, Sniper tiene puesto ”precio a su cabeza”. Un seguidor de su arte y filosofía ha muerto al intentar llevar a cabo uno de los difíciles retos que propone periódicamente este artista. El padre del fallecido, un acaudalado empresario, busca dar con su paradero para saldar las cuentas pendientes. Ambas búsquedas, como es de esperar, terminarán cruzándose entre sí.
En sus indagaciones, Alejandra Varela nos hará viajar por Madrid, Lisboa, Verona y Nápoles, e iremos conociendo más personajes, sobre todo del mundo del graffiti, con los que iremos aprendiendo qué hay detrás de esas “pintadas” y rúbricas sin aparente sentido para aquellos que, como yo, somos desconocedores de llamado arte urbano.
La novela nos sumerge de lleno en el mundo del graffiti y sus artistas. Para mi, ha sido todo un descubrimiento de este movimiento que se mueve entre la ilegalidad y la marginalidad. Está descrito con un profundo realismo que no dejará indiferente al lector profano en la materia. Todo un análisis sobre los motivos, razones y consecuencias del graffiti que invita al lector a la reflexión.
Aquellos que vivierais en Madrid a mediados o finales de los 80, en especial los que frecuentarais las zonas de Campamento y Aluche, recordaréis, incluso con cierta nostalgia, aquellas “pintadas” con la palabra “Muelle” que empezaron a proliferar por la zona y que poco a poco se fueron extendiendo por otros barrios de la capital. ¡Lo que dieron que hablar en aquel momento y lo populares que se hicieron!. En esta novela, Arturo Pérez-Reverte hace mención a Juan Carlos Argüello, el graffitero madrileño conocido por su firma “Muelle” que fue el pionero en España de este tipo de graffitis basados en una firma o rúbrica y que, posteriormente, dio lugar a un estilo denominado graffiti autóctono madrileño. Hoy en día, aún se puede ver una de esas pintadas, rúbricas, firmas, o como prefiráis llamarlas, en el centro de Madrid, en una pared medianera de la calle Montera.
![La última firma de "Muelle" conservada en el centro de Madrid, en la calle Montera La última firma de "Muelle" conservada en el centro de Madrid, en la calle Montera](https://i0.wp.com/www.bibliofiloenmascarado.com/wp-content/uploads/2014/02/Muelle.-Calle-Montera-500x300.jpg)
![Juan Carlos Argüello, graffitero madrileño de los años 80 conocido por su firma “Muelle” Juan Carlos Argüello, graffitero madrileño de los años 80 conocido por su firma “Muelle”](https://i0.wp.com/www.bibliofiloenmascarado.com/wp-content/uploads/2014/02/Muelle-500x300.jpg)
Pero volvamos a la novela que es lo que ahora nos importa. Un buen argumento, interesante, aparentemente bien investigado, pero con un desarrollo algo simple para lo que nos tiene acostumbrados este autor. Escaso de intensidad, deja algún fleco suelto sin rematar, con algunos pasajes de credibilidad algo dudosa, y con unos personajes, aunque bien construidos, algo estereotipados. No se puede decir, ni mucho menos, que sea una de las mejores novelas de Pérez-Reverte, pero también es cierto que se ha puesto el listón muy alto.
No obstante, la novela entretiene, es de lectura rápida y fácil, lejos de esa prosa algo arcaica y quizás algo pedante de sus últimos libros, y termina con un golpe de efecto, un giro final concebido para sorprender que deja atónito al lector, un recurso muy vistoso que suele dejar un buen sabor de boca, y que, como en este caso, suele dar buenos resultados.
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