En esta novela hay dos historias diferentes cuyo nexo de unión es Piojo, un niño huérfano que está al cuidado de un hombre mayor, poco afectuoso, más bien cruel. No se sabe muy bien qué beneficio saca cuidándolo, porque si no sacara ninguno, no se habría hecho cargo de él. No le habla apenas, le trata mal, le obliga a hacer funciones de criado para él…
Este anciano se gana la vida como tatuador, viajando y parando en cada grupo que se encuentran para ofrecer sus habilidades que, por cierto, Piojo termina por aprender. Piojo es el nombre despectivo con que le llama su «amo», pues no tiene nombre verdadero. Nunca tuvo ocasión de tener una ceremonia en la que se le otorgara un nombre de hombre, de persona.
Todos lo días terminan igual: cenando solos en torno a la hoguera y con el viejo enborrachándose hasta dormirse. Y vuelta a empezar.
Un buen día en que el viejo está muy borracho, le cuenta la historia de su vida y por qué acabó así, vagabundeando de pueblo en pueblo para poder ganarse la vida, sin más compañía que Piojo y sin pertenecer a ningún pueblo. Esta es la primera historia de este libro, una historia muy interesante que nos cuenta como dos pueblos rivales, los del mar y los del llano, mantienen un equilibrio respetuoso para poder sobrevivir, y de cómo, cuatro jóvenes inexpertos, imberbes, que aún no estaban iniciados, que ni siquiera se les había concedido un nombre verdadero en la ceremonia que hace que pasen de ser niños a ser hombres, cómo ellos rompen este equilibrio y consiguen destruir incluso a su propio grupo. Finalmente, los cuatro tienen que huir y vivir exiliados.
Después de que el viejo le cuente esta historia, Piojo decide huir, alejarse de él aprovechando que duerme la borrachera. Corre y corre sin parar para poner tierra de por medio y, cuando ya no puede más, se para a descansar en un prado contemplando como pacen una manada de bisontes, un animal que le cautiva, cuyos ojos, su mirada, le parecen cargados de inteligencia.
De repente un bisonte tropieza y todos los demás salen en estampida, porque el que cae no era un bisonte, sino unos cazadores disfrazados. La estampida corre hacia Piojo y, cuando ya se ve muerto bajo sus pezuñas, es arrastrado por unas manos que le esconden bajo otro bisonte disfrazado. Así conoce a Viento del Norte, de la tribu de los hombres águila, un grupo que le acoge y hace que nazca en él un sentido de pertenencia a un grupo.
Pero no contaba con enamorarse de Gata, la hermana de Viento del Norte, ni con que la rebelde Gata se enamorase de él. Hay un problemilla: Gata está previamente comprometida con otro miembro de la tribu.
Las tiranteces, las riñas, las peleas hacen que Piojo tenga que marcharse del grupo. Tiene dos opciones, por un camino le espera la muerte blanca, un ser misterioso que, escondido entre las nieves, mata a los hombres que se atreven a pasar por allí; por el otro, la Niebla, un desierto del que no se regresa. La muerte segura. Pasar al otro lado de la Niebla es pasar al mundo de los muertos.
Piojo decide enfrentarse a la muerte blanca. Cree que ha encontrado un medio de vencerla. No piensa que sea nada sobrenatural, simplemente en un mundo tan blanco como las montañas de nieves eternas, no se ve al enemigo venir. Nadie sabe qué o quién es. Piojo ha visto una pared de pizarra negra, y piensa llevar a la muerte blanca hasta allí, engañándola de alguna manera. Contra la pared negra sabrá a quién enfrentarse. Cree que, si vence a la muerte blanca, que se ha llevado a tantos miembros de la tribu, se congraciará con ellos.
Piojo vuelve a la tribu y les dice que ha matado a la muerte blanca, pero no sólo no le creen, sino que le obligan a irse al otro lado de la Niebla. Su propio amigo Viento del Norte no quiere saber nada de él y no le deja siquiera ver a Gata. Se siente traicionado en su amistad y llora el amor perdido
Y Piojo se va al otro lado de la niebla abocado a una vida solitaria y errante. Pasadas las montañas tras las que está esa niebla, con lo que se encuentra es con un desierto sin agua en el que nadie puede sobrevivir, el Desierto de los Demonios Danzantes, pero cuando desfallecido cree que va a morir, alguien le da agua, le levanta y ayuda a caminar. Si en algún momento pensó que tuvo suerte, pronto se dio cuenta de que este era su fin: Había caído en manos de la tribu de los hombres caníbales que se alimentaban de sus prisioneros, es decir: de Piojo.
Evidentemente este no el fin de la novela, es el clímax. Cuando has tocado fondo, ya no puedes ir a peor y veremos cómo, poco a poco, Piojo empieza a renacer y su vida cambia radicalmente. Y sabremos también por qué, de dónde saca sus fuerzas.
Es una novela muy interesante pues, aún siendo de ficción, estando escrita por una persona con tanto conocimiento sobre el tema, los personajes y las costumbres y la forma de vida de los ¿cromañones? son muy reales y los espacios vívidos, bella y minuciosamente descritos. He sentido que el sr. Arsuaga estaba disfrutando mientras me contaba estas cosas, pero es que yo también lo he disfrutado, además de aprender muchas cosas de manera lúdica, que es como a mí me gusta aprender.
Creo que se merece un notable alto, un cuatro sobre cinco y, además, la oportunidad de leer alguno de sus libros.
Creo que es muy difícil hacerse con este libro porque está descatalogado, pero si podéis encontrarlo, os recomiendo encarecidamente su lectura. A mí los Reyes Magos me lo han traído de segunda mano.